sábado, 22 de septiembre de 2007

Algo de Cioran

La Tentación de Existir (fragmento)
" Por cobardía sustituimos la sensación de nuestra nada por la sensación de la nada. Y es que la nada general apenas nos inquieta: vemos en ella demasiado a menudo una promesa, una ausencia fragmentaria, un callejón sin salida que se abre. Durante largo tiempo me obstiné en hallar a alguien que lo supiera todo sobre sí mismo y sobre los otros, un sabio-demonio, divinamente clarividente. Cada vez que creía haberlo encontrado, debía, tras un examen, cambiar de opinión: el nuevo elegido tenía todavía alguna mancha, algún punto negro, no sé qué recoveco de inconsciencia o de debilidad que le rebajaba al nivel de los humanos. Percibía yo en él huellas de deseo o de esperanza, o algún residuo de pesar. Su cinismo era manifiestamente incompleto. ¡Qué decepción! Y proseguía siempre mi búsqueda y siempre mis ídolos del momento pecaban en algún aspecto: el hombre estaba presente en ellos, oculto, maquillado o escamoteado. Acabé por comprender el despotismo de la especie, y por no soñar más que con un no-hombre, con un monstruo que estuviese totalmente convencido de su nada. Era una locura concebirlo: no podía existir, ya que la lucidez absoluta es incompatible con la realidad de los órganos. "
Me Seducen las Distancias Lejanas, de Breviario de Podredumbre
" Me seducen las distancias lejanas, el inmenso vacío que proyecto sobre el mundo. Crece en mí una sensación de vaciedad; se infiltra en mi cuerpo como un fluido ligero e impalpable. En su avance, como una dilación hasta el infinito, siento la presencia misteriosa de los sentimientos más contradictorios que ha acogido jamás el alma humana. Soy feliz e infeliz a la vez. Estoy exaltado y deprimido, desbordado por el placer y la desesperación en la más contradictoria de las armonías. Estoy tan alegre y tan triste que en mis lágrimas se reflejan el cielo y la tierra al mismo tiempo. Aunque sea solamente por la alegría de mi tristeza, querría que no hubiera más muerte en esta Tierra. "

Emile Cioran. (Rumanía, 1911-1995)


Filósofo y moralista de origen rumano que escribió en lengua francesa, cuya obra nihilista e irónica es la de un pensador radicalmente pesimista. Cioran nació en la localidad rumana de Rasinari en 1911 y, tras cursar estudios de filosofía en Bucarest y escribir una tesis sobre el filósofo francés Henri Bergson (que le valió obtener en 1937 una beca del Instituto Francés), se trasladó a Francia. Tras elegir la condición de apátrida, residió en este país hasta su muerte. Su libro Breviario de podredumbre (1949), primer texto escrito en francés como desafío hacia una lengua de adopción, es una manera de mantenerse prudentemente a distancia de su afectividad y de hacer frente a la propensión a la exageración que estigmatiza en todos los comportamientos humanos. Sus otros ensayos, Silogismos de la amargura (1952), La tentación de existir (1956), La caída en el tiempo (1965), Del inconveniente de haber nacido (1973), son otras tantas acusaciones virulentas y metódicas contra las ideologías, las religiones y las filosofías inventadas por el hombre para justificar su existencia y sus actos. Convencido de la miseria fundamental de la criatura humana, de la burla de todas las cosas, ascético en extremo en su estilo y su pensamiento tanto como en su existencia, este gran admirador de los prosistas del siglo XVIII manejaba, al igual que ellos, el aforismo, el silogismo y la paradoja corrosiva. Su gusto por lo peor y su amargura apocalíptica le valieron ser presentado como un esteta de la desesperación o un cortesano del vacío, calificaciones que recibió con complacencia irónica, ya que él mismo se prestaba de buen grado a la autocaricatura al describirse a sí mismo como un sepulturero con un barniz de metafísica, un triste por decreto divino o un mortinato de clarividencia. Otras obras suyas son Ejercicios de admiración (1986) y El crepúsculo del pensamiento (1991).

sábado, 31 de marzo de 2007

LA VERDAD...

CUENTO DE NICOLAS BUENAVENTURA

Al principio la Verdad vivía con los hombres y con las mujeres, y andaba desnuda y con la cara sucia, cantando y bailando. Las mujeres y los hombres eran desordenados pero elegantes, y a ellos no les pareció que eso de andar desnudo estaba bien. Entonces le pidieron a la Verdad que se vistiera, pero sobre todo, que se lavara la cara. La Verdad se vistió con cintas rojas y collares de cuentas negras y verdes, pero cuanto a lavarse la cara, No.

Las mujeres y los hombres, pidieron, rogaron, se organizaron y la amenazaron. De solicitud cordial pasaron a las órdenes, a la amenazas; y de las amenazas al castigo, tanto, que la Verdad tuvo que ir al río y lavarse la cara.

Cuando las mujeres y los hombres vieron el rostro de la Verdad, se desencadenó la ira del cielo y la tristeza de la tierra, y hubo una tempestad. Las aguas subieron hasta el cielo y todo se inundó. Las mujeres y los hombres murieron ahogados. Unos pocos quedaron vivos, y como ya la Verdad no vivía con ellos, inventaron la Razón, que tiene la cara limpia y está vestida

ORACIÓN POR EL HIJO QUE NUNCA VA A NACER

ORACIÓN POR EL HIJO QUE NUNCA VA A NACER

MIKI TAISUKE

Éramos pobres, oh hijo mío, tan pobres,
que hasta las ratas nos tenían compasión.

Cada mañana tu padre iba a la ciudad
para ver si algún poderoso lo empleaba
- aunque tan solo fuera para limpiar los establos
a cambio de un poco de arroz-,
pero los poderosos
pasaban de largo, sin oír quejas, ni ruegos,
y tu padre volvía en la noche,
pálido, tan delgado bajo sus ropas raídas,
que yo me ponía a llorar
y le pedía a Jizo,
dios de las mujeres encinta y de la fecundidad,
que no te trajera al mundo,
que te librara del hambre y la humillación,
y el buen dios Jizo me complacía.

Así fueron pasando años sin alma,
mis pechos se secaron,
y al cabo
tu padre murió
y yo envejecí.

Ahora sólo espero el fin,
como espera el ocaso a la noche que habrá
de echarle en los ojos su negro manto,
Oh, hijo mío no nacido.

Pero al menos,
gracias a Jizo
tu escapaste del látigo de los señores
y de esta cruel existencia de perros.

Nada ni nadie te hará sufrir,
las penas del mundo no te alcanzaran jamás,
como no alcanza la artera flecha
al lejano halcón.

jueves, 29 de marzo de 2007

La Lengua Castellana o la Historia de una Masacre

En estos días se celebra en la ciudad de Cartagena, Colombia, el IV Congreso Internacional de la Lengua Española, participan grandes personalidades de la literatura, la música, la política, en fin todos los “duros”, inclusive, todavía a estas alturas, los “Reyes de España”. Ha habido toda clase de homenajes, de entrevistas, de presentaciones, mejor dicho, es una gran fiesta, todos cantan en unísono, que el castellano es una lengua en expansión, que es la mas melódica, en la que mejor se puede escribir, la más poética, mejor dicho, la mejor de la mejor, no objeto esto último, todos los pueblos son egocentristas, y los que hablan la lengua castellana, no podían ser la excepción, eso es entendible, imagino que igualmente, dirán lo mismo del francés, los franceses (y esa si esta en expansión, sino, miren la cantidad de Alianzas de Francia con muchos países), los ingleses, norteamericanos y australianos del ingles (de nuevo lo mismo, acá en Colombia es obligación aprenderla, como curso en secundaria y como requisito para graduarse en la Universidad). Todos están felices y sacan pecho, bueno cada uno vera, pero a mi, la verdad, esta celebración me deprimió, por que me recordó que seguimos siendo un pueblo sin historia, o dicho de una mejor manera, que olvida de manera absoluta su historia, por eso siempre nos mantendremos como un pueblo servil.

El idioma castellano, lengua en la que nos comunicamos los habitantes de Centro y Suramérica (sin incluir Brasil), parte de la Península Ibérica, y toda la diáspora de gentes de estas zonas que habitan el mundo, tiene un pasado no muy glorioso, como hoy nos lo hacen ver, en estas tierras de lo que hoy nombramos América, y que antes la nombraban algunos pueblos nativos, como Tierra de Iguanas.

Esta nueva lengua (situándonos en el siglo XV), traída por unos personajes bárbaros, que hoy alaban en nuestra historia, arrasó un sinnúmero, todavía no determinado el día de hoy (siglo XXI), de lenguas propias de los habitantes de estas tierras, para imponer con este nuevo lenguaje, unas practicas violentas de saqueo y sometimiento de personas, consideradas por los invasores, arrasadores y asesinos, es decir, los “conquistadores” (y no los descubridores), como seres salvajes, seres inferiores.

Cuando Colon, y su combo de pillaje, llega a la Isla que él denomino La Española, se encontró con unos personajes, en extremo, distintos a lo que el era y representaba, unas personas amables, cordiales, abiertas a las nuevas gentes que llegaban, los nativos eran gente pacifica, que le brindaron a los recién llegados muchos presentes, en función de su forma de pensar y comportarse con el “otro”, con el llegado. Sin embargo, estos últimos, con una forma de pensar distinta, una forma de pensar criminal y arrasadora por el tener y no por el ser, asumieron su supuesta superioridad, y en vez de entrar en una relación armónica de iguales, con los nativos, decidieron someterlos violentamente, imponiéndoles religión, economía, formas de comportarse, entre otros, y principalmente, la lengua.

Nunca se intentó aprender del nativo, solo se le violentó, se le impuso cuanto se pudo y se le extermino. De la misma manera, se exterminaron de manera violenta (asesinando sus hablantes), miles de lenguas en estas tierras, y con cada una de ellas, toda una cultura, unas leyendas, una poética, una narrativa, e innumerables cosas más. Y este es el punto crucial: todo lo que desapareció, cuando se exterminaron esas lenguas para imponer el castellano. Quizás ninguno de los que hoy esta de fiesta en Cartagena, ha reflexionado sobre esto, si fuera así, este seria un evento de reflexión, casi de luto, por ese lenguicidio (ese concepto existe?) sucedido en lo que hoy es América.No estoy pidiendo que se deje de hablar en castellano y que se retomen las antiguas lenguas, eso es ilógico, solo que se recuerde, como llego esta lengua a estas tierras. Creo por lo que he visto, que alabar tanto el castellano, seria igual a alabar a Adolfo Hitler, su filosofía y su pensamiento político, si este hubiera ganado la guerra. Quizás lo entendería, si esta felicidad y orgullo, se presentará en los rostros de los ibéricos, pero no en lo de los hoy americanos…

Es increíble que aún hoy, más de 500 años después, en la península Ibérica, un territorio que representa la mitad del territorio colombiano, se hablen varias lenguas como el Catalán, el Vasco, el Gallego, el Portugués, en cambio en Suramérica y Centroamérica, las pocas lenguas que resistieron el arrasamiento del castellano están compelidas a pequeños territorios, y son tomadas mas, como un hecho exótico para vender a turistas, que como parte estructurante de la cultura de este territorio.

Se podría pensar inclusive, que si el castellano fue una lengua producto de una violentación de otros pueblos, ella debe cargar todo ese atraso y violencia en su estructura intima y transmitirla a la forma de ser de sus hablantes, quizás por eso, territorios como Colombia, donde se precian de hablar el mejor español, vivan una incruenta GUERRA de nunca acabar, debe existir una relación entre Castellano -Historia -Violencia, que quizás no se ha estudiado y seria un buen punto de debate para los historiadores, antropólogos, lingüistas, entro otros.

Lewis.
P.D.: aclaro, no soy experto en escritura de esta lengua ni de ninguna, así que lo que admiran tanto el castellano, perdonen mi falta de manejo del mismo.

lunes, 29 de enero de 2007


La Sociedad de los Poetas Muertos,
USA, 1989, 130 minutos
Director: Peter Weir
Con Robin Williams, Ethan Hawke, Josh Charles

College de Welton (Vermont), otoño de 1959. Esta empezando un nuevo año escolar en este college, cuyo lema “Tradición, Amor, Disciplina, Excelencia”, nos hace entender enseguida que estamos en el pleno de la más profunda tradición anglosajona, centrada en el valor de la competitividad, para preparar lideres que perpetuaran un modelo social conservador. Una sociedad conservadora y rígida la de aquel entonces, que sirve de perfecta metáfora al autor, para ubicar su parábola en un tiempo oscuro que podría muy bien parecerse al que ahora estamos viviendo, sin sueños y sin la mas mínima centella en la juventud que nos haga esperar una lucha por un mañana diferente. En este contexto, llega a la escuela un nuevo profesor de literatura, John Keating, quien enseguida se revela a sus alumnos como un anticonformista, independiente, refractario a cualquiera intento de limitación de la libertad. Keating se entrega con éxito para despertar en sus alumnos el interés por la poesía; sus clases son diferentes todos los días; se inventa situaciones donde el tiempo y el espacio pueden ser utilizados de manera original. La primera lección para aprender es vivir la vida, como ya nos enseñaban los latinos: “Carpe Diem”; vivir el momento, porque la vida no tiene ningún otro significado, que el de aprovechar cada instante para compartirlo con los demás, para conocer las emociones mas profundas, porque en el fondo de nuestra alma, está la verdad; no son las reglas, que solo existen para complicar y cerrar el mundo en una vacía competición, con la absurda creencia de que el significado reside en ser los mejores, cuando lo único que sabemos es que debemos conocernos mejor.

Así que Keating, hace descubrir a sus discípulos la magia de la poesía de Walt Whitman, el inventor de la poesía moderna americana, quien proclamaba que en la vida lo importante es vivir siguiendo el instinto de las necesidades del ALMA, y a pensar siempre con la cabeza, sin dejarse doblegar nunca. Seguir siempre nuestras necesidades, y para hacerlo lo más difícil es precisamente conocerse a sí mismo, y ninguna “tradición y disciplina” podrá jamás encerrar el espíritu de un hombre libre. Nadie puede cambiar nuestra forma de ser; somos nosotros mismos quienes debemos tener el carácter para sostener nuestros ideales, y esta es precisamente la moral de la película y la lección que cada profesor debería aprender, si aspira a ser educador: formar seres libres que sepan pensar y volar con sus propias alas; inventarse todos los días una fantasía para capturar la esencia de la existencia, el resplandor de la vida.

Pero, como la vida enseña, la lucha por la libertad cobra siempre sus victimas; regalar las alas a sus alumnos se revela como un arma de doble filo; existe también el dolor, las reglas milenarias no permiten volar, sólo marchar encasillados para no cambiar nunca.

Los estudiantes de Keating se encaminan a ser hombre seguros de sus ideas, aprovechando también las diversiones de la vida: el amor, la música, tomar, jugar; en fin, vivir. Pero el más idealista de los alumnos, el más sensible y entusiasta por aprender la nueva lección, es también demasiado frágil para sostenerse volando con sus propias alas; todavía no estaba listo para luchar. Por eso, martirizado por un padre ciego, que se niega a entender cuáles son las verdaderas aspiraciones del hijo, un padre que en la película representa la crueldad del sistema que siempre se niega al cambio, la autoridad que con el chantaje del afecto impone la ciega voluntad de la conformidad; que sin la fuerza necesaria para imponer sus ideas, la aspiración del inocente muchacho se transforma en tragedia cuando prefiere el suicidio a la traición de sus ideales. Ni siquiera frente a la muerte del propio hijo, el neurótico padre entiende el error: no haber sabido escuchar con el corazón las emociones del hijo. Y allí esta toda la metáfora de la película: la sociedad que dice amarnos, prefiere nuestra muerte antes de vernos libres; la autoridad que dice protegernos, prefiere la mentira y la represión; la escuela no es más que la representación de un microcosmos que encarna la esencia de la sociedad: un mundo de mentira y violencia.

La película cierra con una pequeña luz de esperanza: los jóvenes serán solidarios con el profesor, mostrando haber entendido su lección de vida: “poder vivir sin miedo”. “La Sociedad de los Poetas Muertos” es símbolo de los espíritus de los hombres libres y vitales. Recorrido por momentos de autentica magia, este filme se insinúa sutilmente en el alma de los espectadores, borrando, aunque sea un segundo, esperamos, las escorias de hielo, contaminado de egoísmo e indiferencia que anestesian los corazones.
F. Gesualdi y A. Avendaño